El mundo de Sophie: El espejismo del artista

[Publicado en inglés en The Mind’s Construction Quarterly el 17 de Marzo de 2004.
Traducido por Juan Martin Pinilla y Laura González]

Cuando corría por el pasillo de la Universidad, otra vez tarde para mi clase de cerámica, el profesor Bados, el gurú de la facultad, me paré en seco para responder a la pregunta que se había convertido ultimamente en mi crisis perenne: ‘¡ya sé cual es tu problema con la escultura!’ Yo le miré expectante: ser escultora era lo que mas deseaba en el mundo. ‘Eres una neurótica, eso es lo que te pasa. Cuando el mundo real no concuerda con tus expectativas, te refugias en el que has creado en tu cabeza’.

A pesar de estarle agradecida por ahorrarme dinero y tiempo en terapia psicoanalista, no pude articular palabra. ¿Es la neurosis algo tan malo para un artista? Sophie Calle ha amasado con ella su reputación internacional, reuniendo todos los requisitos de la definición médica de la enfermedad.

1. Perfeccionismo inalcanzable

Sophie Calle cuenta historias donde la verdad, los deseos y la invención se mezclan en un conjunto de instalaciones textuales, fotografías y objetos. En una de sus obras más famosas, Historias Autobiográficas (1988), Calle narra hechos de su vida, ilustrándolos con imágenes que, a primera vista, infunden a su descripción, sucinta y lúdica, trazos de realidad inmutable. Su breve trabajo en un local de strip tease, la idea de someterse a cirugía estética, el posar desnuda para estudiantes de Bellas Artes, los encuentros con extraños, las riñas con el amado son hechos que se encuentran dentro de los límites de la normalidad. Pero en la manera en que Calle cuenta algunos de los episodios referentes a sus deseos surge en el espectador el sentimiento de que no nos esta diciendo las cosas como son sino como le gustaría que fueran: su idea personal de cómo hacer historias autobiográficas perfectas.

Nuestra unión improvisada, al borde de la carretera que atraviesa Las Vegas, no me había permitido realizar el sueño inconfesado que comparto con tantas mujeres: llevar un día un traje de novia. En consecuencia, decidí invitar a familia y amigos, el sábado 20 de junio de 1992, para una fotografía de boda en los peldaños de una iglesia de barrio en Malakoff. Al retrato siguió una falsa ceremonia civil, oficiada por un verdadero alcalde, y un banquete. El arroz, las peladillas, el velo blanco…, no faltaba ninguno de los ingredientes. Coronaba con un falso matrimonio la historia más verdadera de mi vida.

Historias Autobiograficas, El Falso Matrimonio

2. Preocupación por los detalles, reglas, listas, ordenes

Dos veces durante su carrera artística, Calle contrató los servicios de detectives privados para que la siguieran. Luego expuso los meticulosos informes y fotografías borrosas junto a su propia narrativa de esos días (El Detective y 20 años después). El escrutinio al que sus acciones fueron sometidas no restó normalidad (quizás inexistente) a su vida. En cambio, la definición específica de su conducta expuso el hecho de que Sophie Calle sólo puede ser ella misma creando y siguiendo las reglas de un juego.

Su obsesión con el control llega hasta a elegir y organizar su comida diaria simplemente por su color, document?°ndola luego, mediante fotografías, de la misma manera que María Turner, un personaje de Leviatan (Paul Auster), basado en Calle. Las bellas y pictóricas natures vives, estéticas, como ninguna otra de sus obras, nos muestran la fina frontera entre la vida y la obra, la realidad y la ficción, de esta artista. No teniendo a nadie más con quien establecer una relación personal ni de trabajo, Calle experimenta consigo misma para producir arte.

3. Insistencia insensata a que otros se sometan a su manera de hacer las cosas

Sophie Calle manipula a la gente para que trabajen para ella, haciéndoles sucumbir a las reglas de su juego, su arte, su mundo. Les pide que duerman en su cama para poder fotografiarles cuando están inconscientes, desprevenidos y expuestos (Los Durmientes, 1979); ruega a su novio de entonces, Greg Shephard, que documente su viaje por Norte America mediante una película (Double Blind – No bubo sexo anoche, 1992); pide a ciegos de nacimiento que le transmitan sus imágenes de la belleza. Los Ciegos (1986), uno de los trabajos mas conmovedores de esta artista, una instalación que consta de fotografías de personas invidentes, sus declaraciones e ilustraciones de lo que han descrito, expuestas sobre estantes. Esta vez Calle se limita a echarse a un lado, actuando sólo como medio y revelando las obsesiones personales de los individuos con los que trabaja.

Francis Lalanne tiene que ser alto, delgado. Solo puede tener rasgos amables. Tiene el pelo largo. Lo veo sedoso, ondulado, desordenado. Tiene que tener los ojos grandes. Muchas chicas me han dicho que es guapo.

My habitación es alargada. No hay nada en ella, está limpia. Solo un frigorífico y hierba fuera de la ventana. Es hermosa, por lo menos yo lo pienso y creo lo que quiero creer.

Belleza – he enterrado a la belleza. No necesito belleza, no necesito imágenes en mi cerebro. Ya que no puedo apreciar la belleza, siempre la he evitado.

Calle, no habiendo recibido una carta de amor en su vida, pagó a un hombre para que le escribiese una. Exactamente una semana mas tarde, recibió el manuscrito, de varias páginas, que constituiría La carta de amor. La disparidad entre la acción (pagar) y el objeto (la carta de amor) mezclado con la sensibilidad emocional de la artista estaba destinada a explotar: Calle se creyó la carta de amor, ahondando en sus ansiedades y perdiendo momentáneamente el control de su juego. ¿Era todo parte del plan?

4. Exceso de escrúpulos en temas de moralidad.

El público conoce a Calle por sus obsesiones. ‘La que se hizo seguir’ cambió ese papel para hacer de quasi-detective en Suite Venetienne (1979). Habiendo encontrado en una fiesta parisina a un guapo desconocido, le siguió a Venecia sin vacilar. Durante dos semanas, ataviada con las clásicas gafas oscuras y gabardina de detective, fotografió al hombre, manteniendo oculta su identidad. El juego terminó cuando éste se dio cuenta de lo que pasaba y desenmascaró a la artista.

Consciente de las personas con las que trabaja, Calle intenta protegerles a la vez que consigue el material que necesita. El 1983, el periódico francés Liberation le encargó una obra con la idea de publicarla en sus paginas. Después de fotocopiar una agenda de teléfonos que encontró en el suelo, la artista intentó retratar al dueño entrando en contacto con las personas listadas en la agenda, transcribiendo después las descripciones. Francia aguantó la respiración durante 28 días consecutivos mientras la personalidad e identidad del individuo se iban revelando. Esta vez, sin embargo, la conclusin ono fue tan fácil. Al sujeto de la investigación, un creador de documentales que volvía de vacaciones, la obra no le pareció en absoluto entretenida y contraatacó con una antigua foto de Calle posando desnuda, también publicada en Liberation. Dudosa de su valor artístico y ético, Calle aun se niega a mostrar La Agenda.

Seguramente uno de los deseos secretos de los admiradores de Calle es convertirse en el sujeto de su arte, experimentar la intensidad que la vida tiene en sus obras, ser inmortalizado por la artista narrativa, vivir algo fuera de lo ordinario. En su ultima exposición, Calle no sigue a nadie y no es seguida. El titulo M’as tu vu? (Me has visto?) se refiere a un juego de cucu un tanto más astuto: es a nosotros, espectadores, a los que quizás nos siguen.

5. Incapacidad para descartar objectos inservibles

Durante mas de 13 años, Sophie Calle ha guardado y expuesto todos sus regalos de cumpleaños (Celebración de Cumpleaños). Funcionando de la misma manera que una lista de historias autobiográficas mudas, esta vasta colección, compuesta de objetos patéticos que varían desde un simple póster taurino bidimensional hasta una útil lavadora convertida en inutil, descubre la vulnerabilidad de la artista, su esencial necesidad de ser amada. ¿Por qué alguien mostraría sus regalos personales sino para obtener más y mejores?

Siguiendo un consejo de su padre, Sophie Calle llamó al timbre de lo que pensó era un simple doctor y fue un psicoanalista el que le abrió la puerta. Sorprendida, le dijo que fue su padre el que la mando a esta dirección para curar su halitosis. ¿Usted siempre hace lo que su padre le dice? — le respondió el doctor. Fue entonces cuando Calle comenzó su terapia psicoanalítica.

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En lugar de la auténtica neurosis, traumática, de transferencia, narcisista u obsesiva, descritas por Freud, la de Sophie Calle se encuentra mas en el terreno de la aspiración. Manipulando lo que no le gusta de su propia vida, comprando, robando, consiguiendo lo que siempre soñó, ha conseguido transmitir un completo sentido de individualidad artística y personal. Los problemas mentales son una cosa terrorífica para el que los sufre. Pero en el caso de los artistas que quieren crear obras narrativas interesantes sin ser llamados conceptuales, un poquito de locura es, quizás, algo deseable.

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M’as tu vu?, la exposiciEon retrospectiva de Sophie Calle, ha estado expuesta en el Centre Georges Pompidou en París hasta el 15 de Marzo de 2004.


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